Cada año, esta especie de origen americano, es capaz de colonizar varios kilómetros en los cauces donde habitan y se reproducen. Ya han sido vistos en el río Valcarce.
La autorización para la pesca de este crustáceo sin cupo ni medida en una gran parte de las masas de agua de Castilla y León, parece que sí está teniendo el efecto deseado en el sentido de evitar la sobrepoblación, pero no la expansión del cangrejo señal que, al igual que el rojo, son de origen americano. La normativa obliga a sacrificar los cangrejos previamente a su transporte, lo que impide que puedan ser reintroducidos por los aficionados en otras masas de agua, pero su expansión natural no puede evitarse y de hecho está demostrado científicamente que cada año son capaces de colonizar varios kilómetros en los cauces donde habitan y se reproducen.
Cuando el hongo de la afanomicosis, contagiado por el cangrejo rojo, provocó la práctica desaparición del cangrejo autóctono, se estudió la introducción de otros crustáceos inmunes para ocupar su nicho ecológico, ya que se daba por seguro que el hongo se mantendría durante años. Tanto en los países nórdicos como en Francia se pensó en el cangrejo señal por sus características de adaptación a aguas más frías y profundas. Este crustáceo no es inmune totalmente, pero el hongo nunca alcanza a un alto porcentaje de sus poblaciones. Si tiene, sin embargo, un grave inconveniente, es portador y, por tanto, contribuye al mantenimiento de la afanomicosis en las masas de agua. Con el tiempo las investigaciones fueron avanzando hasta el punto de descubrirse que, sin cangrejos que lo porten, el hongo desaparece en poco tiempo de los cauces y que, por tanto, podría reintroducirse de nuevo el autóctono. En poco tiempo el señal pasó de estar protegido a considerarse una especie invasora a descastar. En Francia ya habían tomado estas medidas bastante antes. Se consideró incluso que el cangrejo señal podría ser mucho más peligroso que el rojo pues, a diferencia de éste que encuentra dificultades para sobrevivir en altitudes superiores a 800 metros sobre el nivel del mar y en aguas frías, el señal se adapta incluso a masas de agua de alta montaña y muy profundas y la prueba la tenemos en los embalses de Riaño en el Esla o Casares en el alto Bernesga, que albergan poblaciones importantes.
En el Valcarce
En el mes de mayo hice un descubrimiento que, en cierto modo, me dejó estupefacto. Pescando el río Valcarce en el coto de Pereje, descubrí que el cangrejo señal habita en abundancia algunos tramos del río. Este río, cuyas aguas discurren por un lecho de pizarras y cuarcitas, nunca había tenido cangrejos autóctonos. Sí que abundaban a partir de Villafranca y más aún en Villadepalos, pues tanto el Burbia, como el Sil, tienen aguas alcalinas por la presencia de roca caliza a lo largo de su curso y escorrentías. Es bien conocido que los crustáceos necesitan aguas de esta naturaleza para formar su caparazón cuando, debido a su crecimiento, tienen que mudar el mismo. En varios cascajares descubrí mudas de cangrejos señal, pero la sorpresa mayor fue al comprobar la alimentación de dos truchas arco iris de unos dos kilos que capturé aguas abajo de Trabadelo y que, mayoritariamente, consistía en abundantes larvas de cangrejo señal. Parece que la exigencia de calcio para la formación del caparazón es mucho menor y, por tanto, son capaces de colonizar nuevos nichos ecológicos. En el tema de las especies invasoras todavía queda mucho que aprender y el aprendizaje llevará consigo sangre sudor y lágrimas.