Hace unos días estuve haciendo una ruta a pie con mi hermano por la cuenca del Torío, en Piedrafita la mediana, con algunas paradas de Vegacervera hacia arriba.
Es impresionante que bonita es la primavera, todo lleno de flores y verde, muy verde, y montaña y detrás más montaña...
El punto, al menos para mí, es añadir a esto el charlar con los lugareños. En este caso fue en el Mesón "La Casina" de Piedrafita; si bien pudo también llamarse "la Casona", por la señora de la casa, Asturiana ella como muchos que por esos pagos pude observar; si bien en este caso quedó con la casina.
Asturiana y leonés, excelente maridaje, me hablaron mucho, que si no conectan la vía con Asturias por política, que si muchos dejarían de ir por San Isidro y Pajares, que si hay dos urogallos... La cuestión quiso decir el paisano que casi con una pala y un carretillo se valía el solo para abrir el paso lo poco que ya quedaba, pero que no les daba la gana.
El bar una gozada, auténtico al igual que los dueños, las mesas y las sillas como los del Bar Vega de Trobajo, si alguien lo recuerda o conoció.
Les deciamos haber sido valientes en montar un Bar allá arriba, y lo habían sido nos perjuraban; y se les veía felices. Y contaban que habían tenido muy buena acogida de la gente del pueblo.
Ella decía que le gustaba la nieve, si bien el hielo no. Y él nos decía que haber si alguno de la capital llegabamos a Ministro, o cerca, y haciamos algo por estos pueblos. (Otra señora que nos encontramos nos contó que los niños de la zona tenían que ir al cole a Villamanín, cosa que me extraño bastante y que todavía me cuesta creer).
Nos relataba que hasta allá llegaron los tanques cuando la guerra, y le recorde yo a Julio Llamazares en su novela Luna de Lobos, y va ella y me dice que le impacto más el libro "La lluvia amarilla"; ya que veía en el pueblo de la novela totalmente reflejado el suyo. Y resulta que conocía a una chica que había estado saliendo con Julio años atrás.
Nos contaba que de vez en cuando iba por allí a comer Fulgencio Álvarez, y coge y me enseña quién es precisamente en el periódico del día, en la contraportada creo que de la Crónica, el relato del tal Fulgencio y otro que yo no conocía y debía ser un habitual.
En fin una charla la mar de auténtica que espero pueda repetir, y que cuando vaya no hayan tenido que echar la llave al local. Os lo recomiendo a todos, como creo que debemos reencauzar o compaginar esto de la pesca con el disfrute de la naturaleza de otras formas también muy satisfactorias, ya que viendo lo visto..., y leyendo lo leído....

Sin duda tienes razon Roberto.Disfrutar de un modo autentico la naturaleza,es mucho mas que ir a tirar la caña.
Para mi un dia de paseo,sendismo o salida al campo con mi familia o con algun amigo,vale mas que todo el oro del mundo.La naturaleza esta ahi para disfrutarla y respetarla.
Conocer gente que por vivir en esos pueblos no significa que no sepan de que va la vida,es sin duda muy instructivo,y seguramente son mas felices que mucha gente que vive enla "capi".

Buen post
Saludos

La gente que habita estas zonas de montaña vive más y mejor aunque tengan carencias importartes como nos cuenta Roberto. Ahí en plena naturaleza es donde esta la verdad y uno puede ser muy feliz.
Gracias por este relato de mi zona preferida de la Montaña Central. Cuando vamos a pescar es muy importante ver algo más que peces.
Saludos

Un placer sin duda el vivido por Roberto y su hermano, por que en el entorno de la montaña con sus paisajes, sus ríos y los pueblos con sus gentes es el mayor secreto al alcance de cualquiera que quiera vivirlo y desvelarlo.

Esas gentes nobles en espiritu y que aunque aveces cuando nos acercamos algún aprendiz de explorador, están siempre abiertas a recibirnos y tratarnos mejor de lo que en ocasiones nos merecemos, pues sin duda y sobre todo cuando llegan estas fechas solemos más perturbar su paz que la curiosidad que desprenden por ver a gente de fuera de sus parajes.

En el fondo, nosotros, los que amamos la naturaleza no es que seamos muy distintos a ellos sino que algo dentro de nosotros, quizás ancestral, tira de nuestro corazón hacia ese entorno, como si de allí descendieramos sin duda.
Algo que nos invita cuando menos a volver aunque solo sea por una jornada, algo que nos llama desde dentro, pues no solo es el río el que llena el alma del pescador, sino todo lo que encierra y sobre todo, lo que le rodea.

Estoy de acuerdo que para disdrutar de la naturaleza, de la montaña y sus gentes, del río del monte... cualquier lugar, por recondito que sea, puede ser bueno, las mejores y más nobles personas pueden estar donde menos lo esperas.

Leyendo tu relato me vino a la cabeza aquella vez, una de tantas, que fuimos en la bici a pescar tu y yo  Rober, aquella en la que ibamos más perdidos que una burra en un garaje (realmente a día de hoy todavía me pregunto donde coj.... estariamos), unos señores super amables nos dieron agua fresquita del pozo y él nos estubo contando tambien sus batallas de pesca, de las cuales no se por que motivo solo recuerdo la famosa frase:

Hace 20 años....

Pero en esa marcha que hiciste con tu hermano solo se os olvidó una cosa:

NO LLAMASTEIS A VUESTRO PRIMO COÑO!!! Para otra vez haber si me avisais. De todas formas un abrazo a los dos.

Salu2

Conozco el Mesón La Casina de dos o tres veces, una de ellas en excursión montañera con mi mujer hasta el alto del puerto a 1683 metros, muy facil y buenos atajos, una vistas excelentes de la cordillera con picos mas que conocidos como el Braña Caballo llamado tambien Cueto Millaró y de los pueblos de nuestra provincia vecina.
Tambien conocer el río con sus pozas, donde relizar estupendas fotografías.
Las otras algo más serias para tomar fuerzas despues de un gran recorrido, es un lugar que merece la pena visitar.
Siempre bien atendidos, un lugar para hacer algo de ejercicio, en compañía de los niños, en total unos 12 km ida y vuelta, suficientes para abrir el apetito.