Por pura casualidad, y después de tener a todos mis amigos en jaque, buscando este ameno y precioso libro, por fin llega a mis manos, esto no hubiese sido posible sin la intervención de estas personas que se molestaron en la ardua tarea. He quedado gratamente sorprendido de los conocimientos del Autor, para la época en que se escribe. No es una persona que escriba del tema sin conocerlo, muy al contrario, es un buen pescador que por su nacimiento y carrera ha estado vinculado a este deporte en ríos preciosos como el Yuso, Esla, Cea, Luna, etc.
Descubro su identidad al decir que es un “cura ribereño” nacido en Besande del Ayuntamiento de Boca de Huérgano, cercano a la Tierra de la Reina, Villafrea, Siero y cercano al nacimiento del Cea, donde pasó su niñez, Posteriormente destinado a pueblos como Caldas de Luna, y Villasecino, donde aparte de sus tareas religiosas, siempre le quedó algún momento de asueto para dedicarlo a su pasión deportiva. No deseo alargar mucho esta descripción, pero solo decir que mi interés estaba centrado en realizar una entrevista a esta buena persona, pero desgraciadamente ya no es posible, según las últimas informaciones, una grave enfermedad le ha hecho mucho daño, encontrándose en un estado que ya no es el apropiado para lo que nos proponíamos. Solo deseo que estas líneas, sean para agradecerle todas las indicaciones que vertió en su libro y que no cabe duda son apreciadas por este colectivo amante de un deporte sano, bello e implicado con el medio ambiente.
Uno de los capítulos, me atrae sobremanera, aunque difícil de elegir y me gustaría en su homenaje, transcribirlo desde su Libro a esta Web, preocupada por tantas cosas, entre ellas naturaleza, ríos, truchas, el entorno…, de este capital heredado y que será el patrimonio de nuestros hijos, como indicaba el Gran Jefe Indio Noah Sealth. (http://multingles.net/docs/noah.htm)
“DEPORTE BELLO”
“Esta pesca no tiene la monotonía que su desconocedores le atribuyen. Aún empleando aquellos cebos más lentos, como la lombriz, un lance no es igual a otro. Hay que llevar la línea mas despacio o más deprisa; profundizar más o menos, utilizar las mil y una argucias distintas según los casos, para que la trucha no recele, no note resistencia en el aparejo, no vea al pescador etc, etc.
Son cantidad de detalles que pasan desapercibidos para el profano, y que desmienten la imagen estereotipada de un pescador pasivo esperando a que piquen. Utilizando otros cebos o señuelos hay que actuar con mucha rapidez y habilidad, por ejemplo; con mosca artificial, larvas blandas etc. Ni en estos casos ni en el anterior hay monotonía, no puede haber aburrimiento, se requiere eso sí, una buena dosis de observación: del agua, del río, del tiempo, de los insectos, del comportamiento de la trucha y también nada que influya en la pesca ha de dejarse en olvido. Todo es ciertamente interesante, diría que subyugante, es un estudio de la Naturaleza y no hay nada tan bello y atrayente como la Naturaleza.
Es bello y apasionante, por ejemplo, ver como una buena trucha se muestra insensible a los diversos cebos con que la vamos tentando, poniendo en juego todos nuestros conocimientos e inteligencia, hasta que por fin logramos que se interese por uno. Un oportuno cachete, un hábil y rápido movimiento de muñeca y la trucha queda trabada…. Entonces empieza otra secuencia no menos apasionante y llena de emoción: hay que luchar con ella, no se entregará fácilmente, tendremos que oponer nuestra habilidad a su astucia, a su resistencia y a sus reacciones; nos embargará la ansiedad por tenerla cuanto antes en nuestras manos, pero hay que saberse revestir de paciencia, no vale apresurarse, querer sacarla antes de tiempo significaría quedarnos sin ella.
Es una escuela de habilidad y de dominio de nervios; un sedante muy necesario para los tiempos alocados en que vivimos. Nos embargará la emoción al sentir a través de la tanza y de la caña, los tirones, los movimientos frenéticos y desesperados del pez que lucha por la libertad de su vida. La tensión de la línea hace que se curve al máximo el puntero de la caña, parece que va a romperse, hasta que poco a poco van cesando los movimientos alocados, su fuerza cede, hasta quedar inmóvil y rígida, tumbada sobre el agua. Es el momento de acercarla con cuidado, meter suavemente la sacadera y…….
Toda una secuencia digna de ser filmada. El pescador ya lo ha hecho en su imaginación, y su memoria retendrá por siempre esas bellas imágenes y esas gratas sensaciones. Las recordará y las revivirá con ilusión en la tertulia con los amigos, quizás adornando un poco con su fantasía, quizás exagerando un poco, pero no importa, lo interesante es haberse divertido pasándolo bien. Por la noche se acostará contento pero cansado, ya que la pesca de la trucha implica ejercicio físico, mucho más satisfecho que si hubiese matado las horas en otras aficiones menos buenas para el cuerpo y el espíritu y en un ambiente de aire menos puro. Se dormirá soñando con la trucha mas grande y hermosa del mundo prendida de su caña, los auténticos pescadores saben que no exagero. Un refrán popular reza: “pescador que pesca un pez, pescador es”.
Pese a su aparente simplismo es una gran verdad que va más allá de simple realidad. Porque el que por vez primera saca un pez del agua, pescándola deportivamente, queda indefectiblemente prendido en la afición a la pesca. Es muy difícil librarse de este hechizo y las más de las veces quedará pescador de por vida. Por eso la sabiduría popular muestra la dimensión del refrán. Lamento mi incapacidad para poder plasmar en pocas líneas toda la extraordinaria belleza de una jornada de pesca en un hermoso día de primavera, solo habiéndolo vivido se es capaz de apreciar todo su valor y encanto en los el marco incomparable de nuestras montañas y valles. Andando por esos lugares de bello paisaje, vienen fácilmente a la memoria aquellos versos de Garcilaso:
“Corrientes aguas puras cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas, verdes prados de fresca sombra llenos,…. Si los ríos de aguas puras cristalinas, los arroyos bulliciosos de agua saltarina que se desmenuza en múltiples cascadas, la trucha que sale rauda de los fondos para tomar un cebo; en el marco de unos árboles umbrosos y unos frescos prados salpicados de flores; alegrado el ambiente por el murmullo del agua y el canto de los pájaros, es todo ello una invitación a la vida y constituye el medio en el que se desenvuelve el pescador. No es la belleza rebuscada o fría de las cosas artificiales, sino la pura, la sencilla y a la par espléndida belleza incomparable de la Naturaleza.”
Mi agradecimiento a todos los amigos que participaron en la búsqueda y que hizo posible la transcripción de esta pequeña parte en homenaje a D. José Vega Prieto. Webmaster, Argutorio, Altocer, Noroeste, Makatruck, Altocea, Lachis, Papa Esla,…
Saludos
Venancio Álvarez López (V. Alvarez)
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